Aguas Tuertas

El valle de Aguas Tuertas, un serpenteante remanso de paz en las montañas.

Una enorme planicie de más de dos kilómetros de largo, más de trescientos metros de anchura y surcada por los primeros pasos del río que nos da nombre. El Aragón Subordán. Es el nacimiento de un río que aún no tiene muy claro su destino, y su suave discurrir traza amplios meandros cuyos lazos casi llegan a cerrarse, llevando el agua de lado a lado del valle para volver luego al extremo opuesto…

Pero lo más llamativo del valle es la propia traza de este. A diferencia de lo que ocurre con la mayor parte de los ríos del Pirineo y sus valles, en Aguas Tuertas el río Aragón Subordán discurre de sur a norte. Evidentemente, se verá luego obligado a torcer su rumbo hacia el Valle del Ebro, al sur, todo lo cual imprime un trazado extraordinario a la cuenca de este curioso río…

La vida en movimiento

Aguas tuertas

Una gélida mañana de noviembre salimos de Utebo hacia Hecho, hoy llevo a mi hermano a conocer un paisaje natural inigualable y aprovechando que es una ruta bastante sencilla nos llevamos también a mi nuevo compañero de aventuras, Kurt.

Tras unas dos horas de coche llegamos a Hecho, continuamos hasta dejar atrás Siresa y siguiendo el curso del río nos adentramos por las angosturas de la Boca del Infierno, recorremos la Selva de Oza con sus hayedos vestidos de otoño para atravesar finalmente la Guarrinza casi hasta el final del valle.

Carretera de Oza

La ruta comienza en el Parking de Guarrinza, donde nos encontramos una sorpresa inesperada, hay nieve. 

Valle de Guarrinza desde el Parkin

Damos los primeros pasos atravesando un puente que salva el barranco del Barcal que baja cargado de agua y continuamos por una pista ancha dirección el collado de Achar de Aguas Tuertas atravesando el valle de Guarrinza.

Los primeros kilómetros de recorrido, el camino discurre ascendiendo suavemente por una ancha pista forestal. Nos acompañan bonitas vistas del fondo del valle por donde discurre el río Aragón Subordán.

Cuanto más caminamos más nieve nos vamos encontrando, con algún tramo en el que tenemos que andarnos con mucho ojo ya que al ser una zona umbría hay grandes placas de hielo.

Tras poco más de media hora caminando, nos desviamos por un sendero marcado con hitos que casi no se ven por estar prácticamente cubiertos por la nieve y así atajamos las curvas que hace la pista.

Poco más arriba llegamos a un portón metálico que corta el paso al ganado, pero que con nosotros no surte efecto

En muy poca distancia salvamos casi todo el desnivel de la ruta y enseguida alcanzamos el refugio Achar de Aguas Tuertas donde unas grandes vistas nos sorprenden.

La mirada se nos pierde en la amplitud de este pequeño valle en que la inmensa llanura es invadida por el río Aragón Subordán, deslizándose sinuosamente de lado a lado como una serpiente, sin darnos la oportunidad de recorrerlo por su centro.

Antes de adentrarnos en el valle nos desviamos escasos metros por un camino a la izquierda, para ver el pequeño dolmen de Achar de Aguas Tuertas. Según cuenta la leyenda, en tiempos inmemoriales aquí vivía un duende custodiando la entrada al Valle.

Dolmen

Una vez hechas las fotos de rigor continuamos la marcha hacia la izquierda hasta llegar al río, donde nos descalzamos para poder cruzarlo y llegar a un terreno que nos permite avanzar ágiles evitando el terreno nevado y húmedo que cubre el valle al estar algo más elevado. 

Una vez nos hemos puesto las zapatillas y tras el breve descanso, continuamos la marcha recreándonos con las bellas panorámicas que los meandros del río nos proporcionan.

La caminata por el valle es una experiencia única de una belleza demoledora y paso a paso nos vamos adentrando en la gran planicie.

Kurt disfrutando de la nieve

Al llegar al final de valle, subimos el pequeño Puerto de Escalé para disfrutar con las fabulosas vistas del valle. 

El camino sigue ascendiendo hacia el Ibón de Estanés pero nosotros decidimos quedarnos en un pequeño montículo a almorzar observando el valle desde las alturas. 

Con las energías renovadas toca poner rumbo de vuelta atravesando de nuevo el valle, esta vez por la margen derecha del río siguiendo el GR para hacer así la ruta circular. 

Cruzando riachuelos, hundiéndonos en el fango y tratando de evitar las zonas con más nieve llegamos de nuevo al refugio y desde aquí solo nos queda desandar lo andado hasta llegar al coche con El Valle de Guarrinza como telón de fondo.

En total unas cuatro horas de ruta que han merecido cada paso, Aguas Tuertas nunca defrauda.

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