Custodiada por las localidades de Peñíscola y Alcocebre por el mar, y por Alcalá de Chivert y Santa Magdalena de Pulpis en el interior, la Sierra de Irta es un tesoro de 13 kilómetros de costa virgen mediterránea que todavía permanece intacta y protegida de los estragos de la destrucción humana. Todo lo contrario de lo que ocurre en casi el resto de litoral valenciano.
Gracias a que en el 2002 el gobierno de la Comunidad Valenciana, declaró esta zona de la provincia de Castellón como el Parque Natural y Reserva Marina de la Sierra de Irta.
Es un enclave perfecto para las personas amantes del senderismo, de la bicicleta, del Mediterráneo, de los rayos de sol cálidos, de la flora y la fauna.
La Historia conjuga muy bien con estos parajes. Musulmanes, Templaríos y Piratas han pasado por estas tierras. Encontramos huellas de un pasado fascinante, con los vestigios que han perdurado al paso del tiempo.
La vida en movimiento
Castillo de Pulpis. Descubriendo la Sierra de Irta
Aprovechando unos días que estoy pasando con la familia en Peñiscola no podía dejar pasar la oportunidad de explorar la Sierra de Irta, la última Sierra virgen del Mediterráneo español.
Y para hoy he elegido una interesante rutica circular que pasa por el Castillo de Pulpis y sube hasta el Alto de la Bota, así a parte de caminar por la sierra, puedo trasladarme al pasado y conocer una de las joyas que esconde esta zona.
Desde Peñiscola me acerco a Santa Magdalena de Pulpis . En algo menos de 20 minutos llego a la población y me dirijo hacia la parte de arriba en busca del Cementerio. Sigo por la carretera y en pocos metros cruzo por un túnel que atraviesa la autopista AP-7, nada mas pasar el túnel hay un apartadero para dejar el coche y comenzar la ruta.
Desde aquí y una vez haberle echado un vistazo a un panel informativo que muestra la ruta, cojo la pista hacia la derecha, teniendo el túnel de frente, y en pocos metros veo una bifurcación de caminos. La pista continúa paralela a la autopista y el otro camino se adentra hacia el monte.
Sigo el camino que se adentra en en el monte siguiendo las indicaciones y que asciende poco a poco a través de campos de olivos, algarrobos y almendros, para enseguida, transformarse en una senda que se adentra en un bosque típicamente mediterráneo, dominado por el pino carrasco y un sotobosque con presencia de palmito, romero, brezo y enebro.
La senda es muy bonita y muy bien señalizada, discurriendo en su mayor parte paralela al barranco, lo que permite que haya una mayor disponibilidad de agua para las plantas, y eso se nota nada más empezar, la presencia de un arbolado alto con amplias zonas de sombra, convierten el recorrido en un itinerario a tener en cuenta para los sofocantes meses del verano.
Estoy metido de lleno en el Barranc del Castell, disfrutando de su esplendorosa vegetación y de un entorno lleno de vida. Poco a poco voy ganando altura y van apareciendo restos de antiguos hornos de cal, que han sido transformados en la actualidad en pequeños refugios de piedra.
El ascenso por la umbría es muy agradable ya que la calor empieza a apretar, al poco tiempo me encuentro un segundo refugio, un poquito más grande. Y unos metros más adelante aparece un horno de cal que han mantenido en su estado original.
A partir de aquí la pendiente se hace más pronunciada y pedregosa, pero muy asequible para todo el mundo que esté acostumbrado a caminar por el monte.
El bosque comienza a abrirse y los rayos del sol empiezan a calentar. La senda va cogiendo verticalidad y tras un giro a la izquierda ya veo el primer objetivo del día, el Castillo de Pulpis.
Los últimos metros antes de llegar al castillo nos dejan unas espectaculares vistas del Barranc del Castell y al fondo Santa Magdalena de Polpís.
Desde aquí sólo me queda subir un pequeño repecho atravesando pequeños muros semiderruidos hasta llegar a la entrada del castillo.
Ahora es cuando viene la parte más divertida de esta primera parte de la ruta de hoy, explorar las ruinas del castillo.
El castillo de Santa Magdalena de Pulpis se levanta sobre una antigua alcazaba árabe, a 431 metros de altura. Fue tomado por Alfonso II de Aragón y otorgado en 1190 a la Orden del Temple, quienes lo perdieron a manos de los musulmanes. En 1233 es conquistado por Jaime I, tras la rendición de Peñíscola y no será hasta 1277 que pase nuevamente a manos de los Templarios para garantizar las tierras conquistadas, y posteriormente, y tras su disolución pasó a manos de la Orden de Montesa que lo mantuvo ante el peligro de los piratas berberiscos.
La fortificación se encuentra actualmente en un estado ruinoso con algunos elementos bien conservados, lo que no le quita encanto.
En el interior del castillo podremos observar la torre del homenaje, el aljibe y algunas murallas, siendo las de la parte de la entrada musulmanas y el resto de origen templario.
En la plaza de armas me encuentro un arbolillos llamados Altramuz del diablo, cuyo fruto venenoso se utilizaba en la Edad Media para envenenar las puntas de las flechas.
Desde la fortaleza se disfruta de unas vistas espectaculares.
Tras la visita al castillo, retomo mi camino
Un último vistazo atrás para ver el castillo antes de continuar la ruta.
Desde aquí, sigo por una pista de tierra y comienzo la subida más fuerte de toda la ruta. Vale la pena el esfuerzo, al llegar arriba llaneo un poco y llego hasta un cruce de pistas.
He llegado a la Mallada de la Rabosa y me encuentro un mirador natural con vistas increíbles a la sierra.
En este punto me desvío hacia la izquierda disfrutando de las vistas. Después de una pequeña pendiente, veo una senda que nace a mi derecha y que esta bien señalizada, aquí volveré después de visitar el Vértice Geodésico de la Bota y su mirador, que es mi segundo objetivo del día y se encuentra a pocos metros de este cruce. Es una visita indispensable por sus bonitas panorámicas.
En pocos minutos llego hasta el collado del Alt de la Bota, con su espectacular mirador desde donde puedes contemplar como al fondo el mar se funde con el brumoso cielo.
Y poco mas arriba su vértice geodésico el punto más alto de mi ruta de hoy.
Vuelvo hasta el cruce anterior y comienzo un ligero descenso por una bonita senda.
Paso por varios cruces muy bien indicados, siguiendo siempre en dirección hacia el Barranco del Boixar hasta llegar a la cabecera de este
El entorno dibuja unas curvas verdes entre las cuales asoma el mar y la figura del castillo de Peñiscola en la lejanía.
El calor es sofocante y por esta zona no hay nada que pueda darme algo de sombra, pero esto no evita que disfrute caminando por la sierra.
Continuo por la senda hasta encontrarme con un cruce con un poste indicativo que marca el camino al barranco de Boixar y me dirijo hacia él.
La bajada por este barranco se realiza por un magnífico sendero de bello trazado.
Cuanto más desciendo, más verde es la zona y casi abajo camino rodeado por los viejos huertos hasta la llegar a la AP7.
El sendero acaba en la pista que transcurre paralela a la autopista, giro a la izquierda y continuo caminando.
Desafortunadamente, esta es la parte menos llamativa de la ruta, pero no hay otro camino.
En un par de tediosos kilómetros llego hasta el coche, dando fin a una estupenda aventura por los alrededores de «Santa Magdalena de Pulpis».