Esta entrada poco tiene que ver con la montaña, pero para mi correr es algo mas que entrenar o competir, es parte de mi.
Una de las cosas que quería hacer si algún día volvía a Nueva York era correr por Central Park, así que aprovechando un viaje a la Gran Manzana no pude dejar escapar la oportunidad de relajarme de la bulliciosa ciudad corriendo por su enorme pulmón verde rodeado de rascacielos.
Una costumbre que tengo cuando visito una ciudad que no es la mía es correr por ella, es una manera diferente de verla y disfrutarla desde otra perspectiva.
La vida en movimiento. Capitulo 2
Corriendo despacio por Central Park
Correr en Central Park es un rito para todo deportista que visita o vive en La Gran Manzana.
Este mítico parque tiene 340 hectáreas de bosques mágicos, inmensos lagos y caminos laberínticos en el mismísimo centro de la isla de Manhattan. Es uno de los lugares más populares y al que más personas acuden a correr. Por lo que, sin duda, era una de mis paradas obligatorias y una magnífica manera de empezar el día disfrutando del buen tiempo y de las maravillosas vistas.
A simple vista parece un parque urbano enorme, no muy diferente a otros que ya he recorrido, como el Jose Antonio Labordeta de mi ciudad, El Retiro de Madrid, o el Tiergarten de Berlín. Sin embargo lo que le diferencia de éstos y otros parques es la sensación de déjà vu que tengo al recorrerlo, ya que llevo viendo cada uno de sus rincones en series y películas toda la vida.
Otra de las características que hace único a este parque es entrar en él, volver la cabeza, mirar hacia fuera, y contemplar una pequeña parte del skyline de Manhattan que le rodea.
Hablando ya de lo que nos atañe, Central Park es un icono del running popular, pues en él termina uno de los maratones más prestigiosos del mundo, el de Nueva York, que se celebra desde 1970.
No he recorrido el parque completo, sólo algo mas de la mitad, recorriendo parte de una de sus rutas marcadas, Park Drive. Una carrera por asfalto fácil, pero con unas vistas que te dejan todo el camino alucinando con los cientos de corredores, ciclistas y sobre todo con las preciosas vistas de la ciudad. Un oasis de naturaleza en la capital del hierro y hormigón.
Después de hacer un pequeño calentamiento, comencé a trotar mezclándome entre las gentes y disfrutando del ambiente del running neoyorquino.
El primer kilómetro es bastante llano, con alguna curva pero con escasa dureza. Empiezo en el Sheep Meadow, a la altura de la calle 69th, donde cojo el West Drive hacia el sur en dirección a Columbus Circle. A los pocos metros paso por la famosa Tavern on the Green, el restaurante del oeste del parque donde cada año concluye el Maratón de Nueva York.
Un poco mas adelante la carretera hace una larga curva que me lleva a coger Center Drive, dejando a la derecha algunas joyas como Wollman Ice Rink y The Pond. Lamentablemente, este recorrido me impide ver una de las zonas preferidas por los niños, el Zoo de Central Park, famoso por aparecer en la película Madagascar.
Dejo Center Driver para tomar East Drive, pasando por The Dairy, una antigua lechería que hoy alberga el Visitor Center. También dejo a mi izquierda The Mall and Literary Walk, un paseo flanqueado por olmos, famoso por las estatuas de William Shakespeare, Walter Scott y Beethoven, entre muchos otros.
Llegado al segundo kilómetro, me encuentro un primer repecho de unos 300 metros de subida.
A la derecha puedo contemplar The Metropolitan Museum of Art y el Museo Salomon G. Guggenheim. En este punto dejo el asfalto para rodear el estanque más grande del parque, el Jacqueline Kennedy Onassis Reservoir, que ofrece una senda paralela de tierra de 2,5 kilometros exclusiva para corredores y caminantes con unas increíbles vistas del skyline de Manhattan.
Tras rodear por completo el Reservoir me dirijo de nuevo hacia el West Drive pasando por alguno de los innumerables puentes que hay en el parque.
Ya en el West Drive tengo a la izquierda Great Lawn, una gran alfombra verde famosa por haber aparecido en numerosas series y películas donde los neoyorquinos descansan y practican todo tipo de deportes. Casi pegado a esta explanada voy viviendo algunas construcciones singulares como el Delacorte Theather o la Sweddish Cottage.
Llegado al kilómetro 8 de mi recorrido cruzo por encima de la 79th, una de las pocas calles abiertas al tráfico que atraviesa el parque y va desde la Quinta Avenida al Museo de Historia Natural. Prácticamente todo este kilómetro es de ligero descenso. A lo largo de él paso junto a otro de los estanques del parque, The Lake.
A la derecha, fuera del parque, se ven dos famosos bloques de apartamentos, primero el edificio San Remo y luego el Dakota, en cuyas puertas asesinaron a John Lennon. Justo enfrente de él y dentro del parque hay una plaza llamada Strawberry Fields, donde solía pasear el cantante con su mujer Yoko Ono. Después de su muerte la plaza fue convertida en un homenaje al Beatle con un mosaico blanco y negro con la palabra Imagine, cada día cientos de turistas se fotografían mientras suenan las canciones de Lennon entonadas por artistas callejeros.
En los últimos kilómetros, abandono el West Drive para dirigirme a la Bethesda Terrace, uno de los lugares más concurridos de Central Park. Es un lugar precioso y siempre muy animado.
Y desde aquí regreso al Sheep Meadow donde me esperaran mis amigos disfrutando de una mañana de primavera.
Cabe destacar las excepcionales vistas, tanto dentro como fuera del parque, que hacen mucho más ameno el esfuerzo. El ambiente de running que se respira es espectacular, con numerosos corredores lentos, rápidos y muy, muy rápidos, con carritos de bebé,… que pueblan cada uno de los recorridos que ofrece el parque.
Otra de las cosas que más me sorprendió fueron los innumerables grupos que se juntaban para practicar todo tipo de deporte, Cross-Fit, Tai-Chi, Yoga… Además, el parque cuenta con muchísimas instalaciones interiores como canchas de tenis, campos de béisbol… todo diseñado para los amantes del deporte y su máximo disfrute al aire libre.
Si vas a ir por allí, tienes dos opciones, descargarte uno de los planos disponibles en la web del parque y estudiar previamente tu ruta… o elegir la alternativa “free style” y disfrutar de perderte por el parque, pero aviso, ¡te pierdes de verdad!
Ya sabéis, si viajáis a esta maravillosa ciudad no olvidéis meter las zapatillas en la maleta, porque la experiencia ¡merece la pena!