Os voy a contar una de las travesías más emblemáticas del Pirineo, en la que vamos a caminar entre dos países y coronar el mazizo calcareo más alto de Europa, el tercer pico más alto de Pirineos y el 7º de España. Ruta en la que vamos a ver lugares únicos en el mundo, donde el silencio y los sarrios son nuestra única compañía.
Una experiencia estupenda y muy emotiva para cada uno por diferentes motivos. Algunos siempre habían tenido el sueño de coronar este coloso, otros por el simple hecho de repetir aventura, y en mi caso para celebrar que en 2018 se cumplen 20 años de la primera vez que pise la cima de Monte Perdido.
La vida en movimiento. Capitulo 1
Travesía Bujaruelo-Ordesa con ascensión a Monte Perdido
Día 1 – De Bujaruelo a Goriz
Un 18 de mayo de 2018 con las primeras luces del día y la tripa llena después de un buen desayuno, estamos preparados para darle caña a las piernas, liberar la mente y dejar la civilización atrás. Nos esperan tres días rodeados de montañas en una de las zonas mas bonitas del Pirineo.
Atravesamos el río Ara, cruzamos el Puente de los Peregrinos, y en seguida cogemos una senda muy bien definida, que con una pendiente prolongada nos calienta rápidamente las piernas.
El primer tramo de la ruta discurre por una preciosa senda por un frondoso bosque, senda que va ascendiendo progresivamente mientras dejamos a nuestra espalda el valle de Bujaruelo y el río Ara.
Sin prácticamente darnos cuenta y ya calientes por la subida, elevando la vista atrás vemos el Valle de Otal y el de Ordiso, mientras vamos ganando altura hasta nuestro primer punto de referencia, el Puerto de Bujaruelo.
Sin dar tregua, el sendero sale del bosque donde comenzamos a pisar nieve, hasta aquel collado que se ve al fondo: el Puerto de Bujaruelo. Se nota que hemos dejado atrás la vida vegetal, la montaña y la roca nos va recibiendo.
Aquí arriba lo que nos gusta es que después de haber subido casi mil metros, te das cuenta de la paz que se respira.
Después de reponer fuerzas y hacer un poco el tonto dejamos este collado y nos subimos hacia el Refugio de Sarradets por tierra francesa. A partir de aquí el camino se complica, ya llevamos unas 4 horas sin apenas descanso y nos introducimos en el Glaciar del Taillón. El estado de la nieve nos permite continuar sin crampones, pero las piernas empiezan a pesar, el calor aprieta, y la pendiente aumenta en porcentaje.
De repente al alcanzar el Collado de Sarradets, todo merece la pena, el esfuerzo, el calor, el cansancio. Ante nosotros aparece una vista primorosa del Circo de Gavarnie, con su impresionante cascada al fondo, pocas vistas son tan espectaculares como esta.
Ya nos encontramos en el Refugio de Sarradets, ante nosotros toda la base nevada de la Brecha de Rolando, esa titánica obra de la naturaleza cruce fronterizo entre España y Francia.
Justo enfrente del refugio hay una pendiente con un fuerte desnivel que nos lleva hasta la brecha.
Mientras subimos por la empinadísima ladera vamos dejando atrás el refugio.
Unos metros más arriba tenemos la Brecha al alcance de nuestra mano.
Brecha de Rolando (2.807 metros), mítico y precioso lugar que un buen montañero no debería perderse.
Son las 14.30 horas, y ya estamos otra vez en territorio español. Llevamos unas 7 horas de camino, decidimos con buen criterio no intentar el ascenso al Taillón y comer, es demasiado tarde, aún nos quedan varias largas horas hasta llegar a Góriz. La subida hasta aquí ha sido más dura de lo que habíamos pensado por el estado de la nieve.
Tomamos un bocata bien merecido y continuamos la marcha. Nada mas salir aparece ante nosotros una duda, tomar dirección al paso de los Sarrios o bajar hacia el Collado del Descargador. Hay mucha nieve para estas fechas, y verdaderamente el paso de los Sarrios se hace complicado, es una zona muy estrecha que con los crampones se hace mas dificultoso, con lo cual, tomamos dirección hacia el collado, y la Plana de Narciso.
Enseguida perdimos altura…
No podemos perder mucho mas tiempo, tenemos que estar en el Refugio de Goriz antes de las 19.00 horas, si no corremos el peligro de quedarnos sin cena, y eso tal como están nuestros cuerpos sería todo un drama.
Mientras vamos perdiendo altura, las nubes se apartan y nos dejan hacerle una foto a ese coloso de los Pirineos, llamado Monte Perdido. Llamado así por que desde el lado francés la forma de la montaña y las nieblas perpetuas lo escondían, y muchas veces los franceses no lo encontraban.
Por fin y después de casi 11 largas horas llegamos al Refugio de Góriz, ha sido duro, muy duro, pero bello, bellísimo. Al llegar tocaba la recompensa, esas cervezas de refugio que son caras pero las mejores del mundo y las que mejor sientan.
Mañana será otro día, otro día muy duro.
Día 2 – Ascenso a Monte Perdido
El día 19 suena el despertador temprano, a las 6:00 empiezan a dar los desayunos y no queremos retrasarnos mucho, sabemos todo lo que nos queda por subir, y sobretodo lo que nos queda por bajar, va a ser un día muy duro, y necesitamos salir con las primeras luces del alba.
Un buen tazón de café con sus correspondientes magdalenas y tostadas, junto con las primeras bromas nos despiertan y reactivan. Hace un día ideal para subir Monte Perdido.
Las mochilas están cargadas con todo lo necesario, no podemos descuidarnos de nada, la mañana es perfecta, pero conocemos esta montaña, raro es el día que no se esconde tras nubes traicioneras, y a tres mil metros de altura la temperatura puede oscilar bruscamente en pocos minutos.
El inicio de la subida esta bien marcada por la huella de algún esquiador, con una dura pendiente con la nieve helada que no te da un respiro. Nuestro ritmo es bueno, poco a poco vamos ganando altura a la vez que el sol comienza a iluminar el valle.
Seguimos subiendo y nos vamos adentrando poco a poco en el Barranco de Góriz, con el Cilindro vigilando nuestros pasos. Las vistas son fabulosas, las piernas ya están calientes y aun nos queda un trecho hasta el Lago Helado.
Finalmente llegamos al Lago Helado sobre las 9, donde el Cilindro de Marbore se muestra ya en todo su esplendor. Aquí decidimos parar para reagruparnos y meternos al cuerpo las primeras calorías, frutos secos, alguna barrita energética, algún plátano,… energía de absorción rápida para continuar el paso.
Una gran emoción me invade, ahora es cuando comienza el verdadero desafío. La vista de la Escupidera es espectacular, y al mismo tiempo, permitirme la expresión, acojona. Aproximadamente 500 metros de pendiente helada, con tramos que alcanzan el 45% de desnivel, antesala de una cima como pocos tres miles del Pirineo.
Los primeros 100 metros son relativamente suaves, la nieve está un poco dura pero avanzamos con paso firme. Conforme vamos ganando altura nos percatamos que va ha ser una pechada importante, la nieve esta helada y hay que ir progresando despacio clavando fuerte los crampones y con muchísimo cuidado. Al levantar la vista comprendes el porqué de su nombre, La Escupidera, y clavo el Piolet con mas fuerza.
Continuamos para arriba con tranquilidad y poco a poco, ya que en esta parte salé a relucir el estado físico de cada persona. Hay que tener en cuenta que nos encontramos por encima de los tres mil metros de altitud, lo que implica que al cuerpo le puede costar más recuperar el aliento. Esto no será un impedimento gracias al subidón de adrenalina que sientes cuando sabes que te quedan unos metros para llegar a la cima.
Los últimos 200 metros son los mas duros, la pendiente es muy elevada, la altitud se nota, los últimos pasos son lentos, dificultosos… Por fin, a las 11 y poco estamos todos cima en la cima de Monte Perdido.
Cuando las nubes nos dejan ver las vistas que nos regala su cima ¡son increíbles!… Todo el Circo de Ordesa, el Valle de Pineta, el Cañón de Añisclo, el imponente Cilindro, los Astazus, e infinidad de picos que no llegamos a reconocer.
Después de muchas fotos, no menos risas y la última mirada para el recuerdo, comenzamos el descenso. Nos queda una bajada larga y mas complicada de lo que podríamos llegar a imaginar.
La bajada de la Escupidera nos sigue regalando unas vistas espléndidas, al volver la mirada atrás, vemos la cima cubierta.
Volvemos a repostar calorías al llegar al Lago Helado, cargamos la mochila y sin tiempo que perder, emprendemos la marcha al Refugio.
Así que ahora a disfrutar de lo merecido y descender con alegría pero sin bajar la guardia, ya que cuando bajas una montaña siempre lo haces más cansado y las piernas fallan más fácilmente.
Como teníamos previsto, llegamos a la hora de comer a Góriz, donde unos suculentos huevos fritos con longaniza acompañados de una buena cerveza nos esperaban y luego a descansar.
Día 3 – Bajada a la Pradera
Después de ascender al Monte Perdido y hacer noche nuevamente en el Refugio de Goriz, sin mucha prisa partimos hacia la Pradera. Ya se respiraban aires de adiós a esta ruta de 3 días.
Optamos el recorrido más clásico y transitado del Parque Nacional, pasando por varios de sus carismáticos puntos de interés, de los que poco hay que contar y de los que se han escrito miles de crónicas, así que por una más no va a pasar nada.
Tras dos días de tralla, hoy nos enfrentábamos a la jornada más plácida de la travesía, bajando desde Góriz a la cabecera del Circo de Soaso, para luego buscar el hayedo que nos llevaría hasta la Pradera de Ordesa.
Mientras vamos perdiendo altura alzamos la mirada a la izquierda para ver el Cilindro y Monte perdido.
A la derecha de nuestro camino Punta Tobacor.
Echando la vista atrás vemos como el Ara comienza su vertiginoso descenso.
Ya estamos en lo alto de Soaso, próximo destino el Cañón de Ordesa. Para llegar bajamos por las Clavijas de Soaso hasta la Cola de Caballo
Vamos descendiendo con precaución por las Clavijas, hay zonas húmedas. Este tramo en seco, no tiene mucho peligro, pero mojado y con el mochilón que llevamos no es tan fácil progresar por él.
Llegamos por fin a la famosa Cola de Caballo, tan visitada y admirada por los excursionistas que se acercan hasta aquí. Hoy nos regala una bonita estampa con la enorme cantidad de agua que baja.
Seguimos por esa enorme planicie, lecho del Arazas, el mismo que metros más abajo se desploma escalonadamente formando una de las maravillas del Pirineo.
Poco a poco el valle se cierra en torno al río para ofrecernos un espectáculo de agua y naturaleza. Todo comienza con las Gradas del Soaso. Hay que tomarte tu tiempo para contemplar esta sucesión de pequeñas cascadas que se escalonan de forma perfecta.
Continuamos bajo la sombra de los interminables hayedos, donde nos atrae el embriagador sonido de las diferentes cascadas. Este es el camino más transitado de todo el Parque Nacional de Ordesa.
Nos detenemos un momento para admirar la cascada del Estrecho.
Vemos a lo lejos el perfil más afilado del Tozal del Mallo, señal inequívoca de que hemos llegado a la Pradera de Ordesa.
Y por fin, a las 13:30 horas después de unas 4 horas desde que salimos de Góriz enormemente satisfechos tras haber ascendido el Perdido, pero rotos físicamente después de tres días sin tregua, nos sentamos en el Bar de la Pradera.
Con una jarra en la mano y con la mirada perdida, recordamos los momentos vividos, cada instante en este precioso fin de semana es visualizado. El poso que nos queda es el saber la capacidad que tiene el ser humano para alcanzar sus retos, sus pasiones, sus deseos y poder saborearlos con sus amigos.
«La felicidad no la encontramos en la vida en si misma, la encontramos en las cosas que nos hacen vivir»
Kilian Jornet
Cuando hacemos montaña, no estamos seguros de conseguirlo, pero estamos seguros de conseguir la felicidad en el camino… ¿Qué buscamos… quizás vivir?
Enhorabuena por tu web compañero.
Nos vemos en el monte.
He pasado unos minutos especiales trasladada al Pirineo.
Bonitas fotogracias y una lectura muy amena.
Sigue así.
Esperaré nuevas entregas.
Me ha encantado tan bien lo has contado que parecía que estubiese yo allí. Unas fotos chulisimas
Bonita excursión compi, lo pasamos genial y como dices el subidón fue espectacual según en que momento. Maravillosas fotos y como transmites la pasión que viviste. Besicos David