Muralla de Finestres

La geografía aragonesa, tan caprichosa, tan irregular, tan auténtica, nos regala a veces paisajes únicos. La forma lineal en algunos casos o abrupta y accidentada en otros, permite que podamos visitar lugares tan especiales como este. Se trata de la que se ha conocido como la “Muralla China” de Aragón. Al contrario que la mítica construcción asiática, la aragonesa es capricho de la naturaleza, no recuerda a la construcción china por su color, sino por lo impresionante de su forma. Puntas escarpadas sortean un terreno irregular con picos y valles que durante muchos años sirvieron para dar cobijo al castillo medieval de Finestres.

La vida en movimiento.

Muralla de Finestres 

Siguiendo mi proceso de recuperación de la rodilla he preparado una excursión sin mucha dificultad siguiendo una sencilla ruta de senderismo por la sierra del Montsec, el objetivo es ir a conocer una muralla rocosa que se alza imponente sobre el embalse de Canelles. Aunque Roques de la Vila es el nombre con el que siempre se conoció a esta formación geológica, actualmente es más conocida como la «muralla china» de Finestres.

Al lío, hoy os voy a contar una de esas rutas, que cuando menos es sorprendente, tal vez os muestre un lugar extremadamente hermoso del Prepirineo Meridional, si no lo conocéis.

Salimos de Utebo una neblinosa mañana con dirección a Huesca, desde donde nos dirigimos a Estopiñan del Castillo, pasando por Benabarre donde hacemos una parada técnica para almorzar y coger fuerzas. Poco antes de llegar al pueblo, a la izquierda, cerca de una antigua mina cogemos una pista hasta el Puente de Penavera que cruza el río Cajíbar, uno de los brazos del embalse y aquí aparcamos el coche. 

Con la mochila en la espalda encaminamos nuestros pasos envueltos por las nubes sobre una sinuosa pista entre pinos y arbustos que sigue el trazado del embalse dejando ver sus azuladas aguas de vez en cuando, unos 6 kilómetros sin ninguna dificultad reseñable hasta llegar a Finestres.

Comenzamos a caminar por las calles del pueblo, de extraña belleza, es como hacer un viaje al pasado. Fragmentos de casas, muros derruidos… maleza incontrolada por todas partes… y el pantano al fondo presidiéndolo todo.

En Finestres reina el silencio, aquí todo ha caído en el olvido, la iglesia del siglo XVII, el molino de aceite donde antaño se molía la aceituna, ya que en otro tiempo toda su economía se basada en el aceite y la agricultura.

Tras cruzar el pueblo callejeando por sus estrechas calles y pasando por lo que fuera en tiempos no muy lejanos su plaza Mayor, nos dirigimos a la Ermita de San Vicente situada sobre la escarpada muralla.

Al salir del pueblo el camino va cogiendo algo más de color ya no hay pista, ahora recorremos un sendero hasta llegar al Barranco de Sabinós, donde comienza la parte más difícil de la ruta.

El camino comienza con un fuerte descenso en zig-zag. Desde las primeras curvas empezamos a vislumbrar, conforme la niebla matinal va disipándose lentamente, el espectáculo que supone ver de cerca esta maravilla de formación rocosa.

En el punto más bajo de la ruta nos encontramos el agua de un pequeño arroyo que llega al pie de la muralla y de ahí al pantano, lo sorteamos y seguimos por el sendero que va paralelo a las murallas hasta llegar a una zona más boscosa.

A partir de este punto el camino vuelve a ganar altura rápidamente, lo cual nos obliga a esforzarnos un poco hasta llegar llegar a los restos del castillo de Finestres, donde se encuentran las ruinas de la ermita de San Vicene encaramadas a la espectacular formación rocosa.

Dentro del recinto amurallado, para llegar a la derruida ermita de San Vicente, el camino pasa a través de una de las grietas de la enorme mole rocosa en la que han instalado unas grapas para bajar con seguridad y poder acercarnos a contemplar las maravillosas vistas que hay desde allí.

Un paraje realmente extraordinario, una simbiosis única entre arquitectura y naturaleza.

Tras curiosear, fotografiar, trepar, asomarnos al acantilado y disfrutar del silencio en este lugar privilegiado, toca regresar hacia el ruinoso pueblo de Finestres para acercarnos a la ermita de San Marcos.

Nos desviamos un poco de la senda por la que habíamos venido tomando un estrecho sendero que se intuye entre la vegetación para llegar a los pies de una parte de la gran muralla y poder acceder a ella.

Desde este punto y haciendo un poco el jabalí entre la vegetación conseguimos llegar a otro camino que vimos desde lo alto de la muralla y que nos lleva hasta la segunda ermita que queremos ver.

La ermita de San Marcos es un espléndido mirador de la Muralla de Finestres y del resto del entorno embalse de Canelles, pues desde ahí se puede observar prácticamente todo.

Tras contemplar la belleza de este entorno emprendemos nuestro camino hacia el pueblo, que desde aquí parece aún, si cabe, más triste y más destrozado.

Para salir de Finestres seguimos una de las indicaciones que hay hacia la Fuente de Finestres tomando una bonita senda que evita dar una gran vuelta por el camino principal, una vez en el camino principal solo nos queda llegar de nuevo hasta el puente de Penavera.

Aquí damos por terminada esta bonita, sencilla e interesante ruta por parajes perdidos de nuestra tierra aragonesa.

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