Estos últimos meses están resultando bastante difíciles, como lo han sido y serán siempre para cualquier deportista durante su proceso de recuperación de una lesión. Sin duda alguna, las lesiones, son el mayor temor de los deportistas y la peor parte del deporte.
El problema, en muchas ocasiones, además de la lesión en sí y la incapacidad para realizar tu profesión o tu hobby, viene acrecentado por el hecho de no tener el pronóstico demasiado claro, de no saber con exactitud qué hacer para recuperar más rápido, de sentir un dolor constante, de no experimentar evolución…
Diario de un lesionado: Capitulo 3
Nuevo año, nuevas metas
No se puede continuar con la lectura de un libro si no somos capaces de avanzar hasta la página siguiente, ¡es imposible! Así que, para continuar a través de las líneas del apenas comenzado año 2020, dejaré constancia de mis logros y fracasos del extinto año 2019.
La perspectiva del tiempo aclara las turbulencias del camino recorrido y las enseñanzas, de pronto, entran en valor.
2019 ha sido un año duro, frustrante por momentos y esperanzador al final. Todo empezó a finales de febrero con la fatídica lesión, con un dolor muy persistente y que me impidió hacer vida normal durante más de ocho meses. Después vinieron los miedos, algún dolor muscular y la solución final, un suave «poco a poco» que con una dosis alta de paciencia y persistencia va dando sus frutos. La lesión fue un pequeño calvario de contradicciones envueltas en una gran certeza, el deporte es algo físico que cala en el alma y no poder hacerlo es una experiencia similar a la dependencia.
Las lesiones, en su perspectiva, son una clase magistral, en el largo trasiego solo cabe la virtud de la paciencia y el faro más visible tiene que ser nuestro optimismo. Ambas cosas, extrapolables a otras facetas de nuestra vida, son algunos de los intangibles impagables que nos aporta el deporte y la montaña.
Cierro el último capítulo del año y dejo el libro en la estantería, mi pequeño diario apenas ha variado pero algunas frases del libro han quedado subrayadas para siempre. El 2020 esta repleto de hojas en blanco que, con imaginación y voluntad, quizás las llene de hermosas historias y aventuras.
En los dos últimos meses he tenido algunos avances que hacen que piense que estoy en el buen camino. La novedad más importante es que he empezado a hacer bici. Lo he probado y al menos parece que no me perjudica. No he salido todavía muchas veces, pero incluso creo que veo mejorías al mover las piernas. Y por supuesto, me servirá o para recuperar algo de forma o para que no caiga más.
La última semana del año me puse en manos de una médica especialista en recuperación y readaptación deportiva. Me ha hecho una valoración funcional, un estudio antropométrico de la pierna lesionada y me ha dado algunas explicaciones que me han convencido bastante. También me ha preparado un entrenamiento personalizado muy centrado en buscar la estabilización de la rodilla y el fortalecimiento de la musculatura de la articulación, trabajando sobre todo el cuádriceps que es el músculo principal y el más voluminoso, que realiza el movimiento de extensión de rodilla. Y los isquiotibiales, situados en la parte posterior del muslo que se encargan del movimiento de flexión.
También he comenzado a salir a la montaña haciendo alguna pequeña ruta de senderismo, eso si, sin apenas desnivel ya que en las bajadas por pequeñas que sean me sigue molestando la rodilla. Esta siendo mi vía de escape, y aunque sólo sea una vez a la semana, me sirve para tener contacto con el exterior, con la naturaleza y para evadirme un poco. No suple en absoluto a la escalada o a correr, ni mejora mucho la forma física, pero es lo que hay.
Espero seguir contando buenas noticias en breve.