La Costa Blanca tiene una orografía caprichosa que acerca las montañas hasta el mar, dando la posibilidad de contemplar desde las alturas esas largas playas tan conocidas.
Uno de los símbolos de la Costa Blanca es el Peñón de Ifach, una imponente mole calcárea de 332 metros de altura que domina el paisaje de Calpe a orillas del Mediterráneo. Se encuentra en el Parc Natural Penyal d’ Ifac, que lleva el mismo nombre que la Montaña. Declarado parque natural en el año 1987, cuenta con una extensión de 45 hectáreas protegidas, lo que hace estar en la lista de los parques naturales más pequeños de Europa.
La vida en movimiento
Peñón de Ifach
Aprovechando unos días de vacaciones en Calpe no podíamos dejar pasar la oportunidad de hacer la ruta hasta la cima del Peñón de Ifach, sin lugar a dudas el mayor distintivo de la ciudad. Una formidable roca, unida a tierra solo por un estrecho istmo detrítico que se eleva sobre el mar hasta los 332 m de altura.
El Peñón de Ifach es muy conocido en el mundo de la escalada, con más de 40 vías abiertas, me hubiera gustado subir por una de ellas, pero dado el estado de mi rodilla y que todavía me estoy recuperando de la operación decidimos hacerlo caminando por la ruta normal.
A eso de las 8 de la mañana salimos del apartamento y comenzamos a caminar por el paseo de la Playa de La Fossa en dirección al Peñón, con la única compañía del mar ya que a estas horas la playa esta todavía vacía.
Tras recorrer poco mas de un kilometro y medio llegamos al yacimiento de la Pobla d’Ifach, un pequeño asentamiento que hubo a los pies del Peñón en el siglo XIII. Hasta aquí llegamos tomando un sendero escondido y poco transitado atravesando un pequeño pinar en lugar de subir por la pista forestal que sube la mayoría de personas desde el parking.
Pocos metros mas adelante nos encontramos el Centro de Interpretación del parque donde comenzamos de verdad nuestra pequeña aventura.
Esta parte de la ruta es sencilla, hay un camino empedrado que lo hace muy cómodo para caminar. La subida es preciosa ya que la zona está muy verde, llena de plantas y arboles autóctonos que aportan una agradable sombra.
El camino transcurre por varios puntos interesantes, como el Mirador de Poniente, desde donde tenemos unas geniales vistas de gran parte de la costa, pero sobre todo del puerto de Calpe y de la ciudad, debido a su orientación.
Seguimos asciendo suavemente por el camino en forma de zigzag y unos cuantos metros más arriba, nos encontramos el Mirador del Botánico Cavanilles, desde el que se nos ofrece una bonita perspectiva tanto de la zona de levante, como la de poniente, y de la bonita costa alicantina.
Casi sin darnos cuenta, y tras pasar los miradores, llegamos al túnel. Uno de los lugares más curiosos del Peñón de Ifach, un agujero excavado en la roca con ayuda de dinamita en 1918 y que nos lleva a la cara de levante de la enorme mole calcárea.
El túnel es un tanto resbaladizo, tiene unas cadenas a los lados a modo de barandilla para atravesar sus 50 metros de largo. Se puede pasar por él sin ningún problema, eso sí, está un poco oscuro y hay veces que no ves donde pisas, así que hay que ir con cuidado.
El camino que sigue no tiene nada que ver con el tramo anterior, desde este punto, el sendero comienza a discurrir por zonas algo más complicadas con pasos estrechos, y algunas zonas de piedras bastante pulidas y resbaladizas debido a la gran cantidad de gente que las pisa.
La ruta sigue subiendo pegada a las paredes del Peñón, al otro lado hay una caída impresionante hacia el mar, en algunos tramos han instalado pasamanos para hacer el ascenso más seguro.
Seguimos ascendiendo poco a poco observando el entorno sin prisa pero sin pausa hasta llegar a una intersección en la que una señal nos indicará la subida a la cima o el desvío hacia un mirador llamado de Los Carabineros.
Desde aquí nosotros seguimos hacia la derecha en dirección a la cima y dejamos el mirador para cuando bajemos ya que viendo la cantidad de gente que sube y que el calor ya aprieta cuanto antes lleguemos mejor.
Este trozo es sin duda el mas complejo de la ruta, por la pendiente, el sol que ya cae a plomo y el relieve dominante.
La ruta sigue subiendo con pequeñas trepadas, alguna de ellas con cuerdas que nos ayudan a superarlas con más facilidad. No es que sea un camino excesivamente complicado, sino que las piedras calcáreas que encontramos en gran parte de la senda están muy desgastadas por el paso de cientos de personas casi a diario, y al estar tan pulidas, resbalan bastante y hay que andar con mucho ojo.
Seguimos subiendo poco a poco hasta llegar a la cima del Peñón donde merece la pena sentarse un rato y disfrutar del paisaje.
Y, por fin, llegamos a la cima del Peñón en poco mas de una hora desde que salimos del apartamento y la recompensa es evidente, el paisaje, las playas, las salinas, Calpe, y el Mediterráneo a nuestros pies.
Al sur, la Sierra Helada. Al oeste, el Puig Campana y la Sierra de Aitana; delante, y cerrando la bahía de Calp, el Morro de Toix, que une por el Mascarat a la Sierra de Bernia y la Sierra de Oltà. Al norte se divisan Pedramala, el Montgó, el Puig de la Llorença y el Cabo de Moraira, mientras que hacia el este se puede observar, en los días claros, la isla de Ibiza.
Después de descansar un poco disfrutando de las vistas y hacer unas cuantas fotos empezamos a bajar.
El descenso lo hacemos por el mismo camino, eso si, extremando las precauciones hasta llegar de nuevo a la bifurcación y ahora si seguimos el camino de la izquierda que nos conduce al Mirador de Carabineros, una antigua plataforma de vigilancia de carabineros que nos sirvió para hacer un pequeño descanso y contemplar las espectaculares vistas.
Al llegar al final se aprecia la verticalidad de los acantilados que unen el Peñón al mar.
Volvemos sobre nuestros pasos y llegamos de nuevo a la bifurcación donde emprendemos de nuevo la bajada bajo un sol abrasador. De vuelta por el túnel hasta el Centro de Interpretación y el aparcamiento.
Tras una hora de bajada llegamos al apartamento donde nos preparamos un merecido almuerzo, ya tenemos otra ruta hecha de las que teníamos en la lista de pendientes por hacer.
Esta sencilla ascensión, la primera desde mi operación, ha supuesto un extra de motivación en mi recuperación. Hay que seguir trabajando duro pero cada logro por pequeño que sea, me aproxima cada día a mis queridas montañas.