El río Huerva nace cerca de la localidad turolense de Fonfría, en La Sierra de Cucalón. Se represa en Tosos en el pantano de las Torcas, y un poco más abajo en Mezalocha, en el pantano que hoy visitaremos.
En Muel, el río Huerva adquiere un gran protagonismo albergando alguno de los sotos más hermosos de todo su recorrido con la presencia de majestuosos álamos, chopos y un monumental grupo de tamarices de gran valor natural.
La vida en movimiento
Senda fluvial del Río Huerva
Nos cuesta valorar lo que tenemos cerca. Hay tantísimo por conocer en esta tierra, que ignoramos lo que tenemos prácticamente en la puerta de casa. Son menos de 30 minutos lo que tardamos en llegar desde Zaragoza a Muel, lugar de inicio de esta interesante ruta.
Hace tiempo que quería hacer esta ruta por el río Huerva y caminar junto a su cauce entre Muel y Mezalocha. Así que un martes aprovechando que estoy de fiesta, Ana y yo junto con los perretes nos vamos de excursión.
El sendero de la ribera comienza unos 100 metros antes de llegar a la Ermita, en la misma orilla del río, coincidiendo los primeros metros con una pista ribereña donde encontramos un panel explicativo de la ruta.
El día está nublado, la temperatura es suave y el alfombrado terreno facilita el caminar. Empezamos a recorrer el soto del Huerva en dirección hacia Mezalocha por un sendero reacondicionado gracias a la encomiable labor de limpieza llevada a cabo por la Asociación Volunta-Ríos Aragón. Su labor callada de sensibilización medioambiental es todo un ejemplo para los que amamos la naturaleza.
La ruta es un bonito sendero que va recorriendo el río Huerva, con algunos carteles que indican árboles singulares y otros diversas pozas o parajes del río.
Disfrutamos desde el comienzo de una agradable vegetación de soto, chopos, álamos blancos, cañaverales y tamarices. Marcas de pintura blancas y azules nos guían durante este tramo, aunque el recorrido es obvio, siempre con el río a nuestra derecha.
El recio »álamo de los niños» nos recibe entre sus ramas poco más adelante y después de juguetear un rato con él proseguimos la marcha.
Pasear y admirar la ribera del Huerva es una delicia. Caminar tan cerca del río te hace sentir como un jabalí que acude a calmar a su sed al río o una jineta que busca a su presa en el anonimato que le da la noche. Eres uno más.
En algún tramo la senda nos la encontramos inundada por las lluvias de los días pasados que han hecho que el río se desborde, pero salvamos la situación por los laterales buscando paso alternativo para no tener que mojarnos, aunque no sin dificultad en algunos sitios.
Cruzamos un puentecillo hecho de troncos y el paisaje cambia completamente, entrando en un cañaveral.
A ratos las cañas parecen paredes y el camino se estrecha como en una especie de pasillo. Después se abre, cuando se pasa por tierras de cultivo, y se hace pista de nuevo
Pasillos encañados, árboles, vegetación por doquier, todo es una fiesta de vida ribereña, el camino se va alternando con zonas más anchas y más estrechas, pero siempre gratificante y bonito y con el río a la derecha.
Grupo de tamarices, árboles característicos de los humedales, con un aspecto de seres antiquísimos y algo siniestros.
Vemos otro cartel, ahora pone azud, nos acercamos a verlo desviándonos levemente del camino.
No se quien esta disfrutando mas del paseo, nosotros o Kurt y Aspe.
El azud marca el cambio de termino municipal pasando al de Mezalocha.
Después de unos cuatro kilómetros de recorrido junto al cauce del río Huerva, que se hacen cortos, salimos a terreno despejado.
A partir de aquí vamos por un camino agrícola bordeando campos, para enlazar con el Camino de la Heredad, por donde continuaremos hasta el viejo molino.
A lo lejos ya vemos Mezalocha y la torre de la iglesia.
Tras cruzar unos campos de almendros y huertas, alcanzamos la presa del pantano. Comienza la siguiente fase de la ruta de hoy.
Tomamos un estrecho camino que se enfila hacia la base del Pico del Aguila y la Peña del Moro.
Caminamos bajo unas verticales paredes calizas, de curiosa formación ya que se trata de una superposición de bloques. En esta escuela de escalada se curtieron talentos como Rabadá y Navarro, cordada de leyenda, dos excepcionales montañeros que derrochaban intuición, valor e imaginación.
Sobrevolando los paredones es fácil observar buitres y alguna aguila. En ocasiones y con paciencia también es posible avistar la cabra montés, aunque nosotros no tuvimos suerte.
Pasamos a los pies de la «Vía Edil» y una placa nos recuerda a dos escaladores fallecidos en el año 64.
Llegamos a un punto del recorrido que nos encontramos un pequeño barranco que hay que cruzar, el camino lo rodea levemente atravesándolo sin mayor problema. El paisaje calcáreo sigue mostrando todo su esplendor. Una vez cruzado, seguimos subiendo un poco por un sendero desdibujado entre tomillos, aliagas y romeros.
Un poco más adelante, con extensas vistas sobre el embalse, llegamos al del final del recorrido de hoy.
Internándose en la entraña del páramo, el Barranco del Hocino atrae nuestras miradas. Su desembocadura no resulta accesible desde aquí ya que un abrupto salto de unos 50 metros separa el final de la angostura del nivel de las aguas.
El entorno que lo rodea no desmerece en absoluto. Hasta donde alcanza la vista sigue el pantano de Mezalocha, y en el horizonte lejano se puede distinguir un gran edificio de color marrón, el de la bodega aragonesa ‘Pago de Aylés’.
En ese rato, en el mirador, el tiempo se para. Nos lo tomamos para disfrutar del entorno. No se oye nada, salvo los perretes corriendo y jugando a nuestro alrededor. Es una sensación de paz total, en sitios así es cuando te das cuenta que merece la pena salir al monte.
El pantano de Mezalocha presentaba un aspecto envidiable, con unas aguas de color esmeralda
Para la vuelta regresamos sobre nuestros pasos, y mientras caminamos vamos hablando de la historia de la escalada en este lugar y planeando cuales de sus nuevas vías vamos a venir a probar.
Para lograr una ruta parcialmente circular decidimos no abandonar el Camino de la Heredad hasta Muel. Este tramo entre Mezalocha y Muel forma parte del PR-Z 23, bautizado como «Senderos de Goya», que une Zaragoza con Fuendetodos, lugar de nacimiento del pintor aragonés.
Y poco a poco vamos dejando atrás Mezalocha.
El Camino de la Heredad transcurre entre fincas de secano, donde se alterna el cereal con campos de olivos y vid. En los bancales bajos predominan las huertas, regadas por la red de acequias surtidas por el Huerva.
Llegamos a Muel y vemos la ermita de Nuestra Señora de la Fuente donde un Goya veinteañero dejó su impronta en forma de pinturas murales en las pechinas de la cúpula.
Y finalizamos la ruta en el parque municipal, lugar donde podemos admirar una de las presas más grandes del mundo romano y en cuyo vaso colmatado se levanta la ermita.
Poquitos pueblos pueden presumir de tanto patrimonio en tan poco espacio.
La recompensa final fue comer y tomar algo fresquito en el merendero del parque escuchando el estruendo primaveral de las cascadas del Huerva.
Muchísimas gracias, yo que soy de Muel y pertenezco al grupo de Voluntarios, te agradezco en el alma ,la gran descripción que haces tanto de la Senda como del entorno, me sorprende lo bien que conoces el espacio, llamando por su nombre a los términos, como camino de la Heredad, estoy segura que muchos de Muel ,no lo saben .
Gracias ,gracia y gracias, voy a guardar este artículo con mucho cariño.
Me alegro que te haya gustado, mi familia es de Mezalocha y también tengo familia en Muel por eso conozco bien la zona y me apetecía contarlo por aquí para que todo el mundo conozca las maravillas naturales que tenemos. Y muchas gracias a la labor de conservación que habéis hecho los Voluntarios por mantener asi la ribera del Huerva, es un entorno que lo merece.
Gracias por esta publicación. Los que vivimos y queremos estos lugares nos ha encantado que lo hayáis disfrutado y hayáis dejado esa reseña de una caminata muy respetuosa con la naturaleza.